No se trata por tanto de hueca grandilocuencia o de falsa magnificencia, sino de pura y simple humildad, o, como decían los antiguos tratadistas retóricos, de ver la manera de conseguir una forma y un contenido excelsos y elevados en el marco de una “sencillez admirable” (La Voz de Asturias , 6 de julio de 2003).
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